AVENTURAS DE JUBILIUS (Cuento para niños)
Jubilius es uno de los 1,473 millones de niños que viven en este planeta y, como todos ellos, es curioso y arriesgado. En una ocasión encendió el radio de su casa e intentó trepar por las notas musicales que salían de la bocina, pero como no resistían su peso, tuvo que aumentar mucho el volumen del aparato para que las notas fueran más grandes y lo aguantaran. Una vez que hubo suficiente volumen para sostenerlo, Jubilius subió a las notas y trepando, trepando, llegó hasta el lugar a dónde el viento transporta los sonidos musicales que se producen en La Tierra: un enorme salón con piso y techos de cristal y paredes que cambiaban de color según fueran los sonidos que iban llegando. Las notas en que llegó Jubilius eran de un Rock and Roll, por ello las paredes se pintaron de un color rojo caliente.
Unos simpáticos seres, vestidos con ropas de papel blanco, metían las notas musicales, luego de clasificarlas, en unos discos que tenían guardados dentro de un acordeón pintado con muchos colores.
Jubilius notó que al fondo del salón había un piano, se acercó a él y levantó su tapa, adentro encontró una bicicleta pintada de azul con manubrios dorados, lo que indicaba, según el manual de los cuentos, que servía para volar.
Jubilius se puso feliz, pues siempre había deseado volar en una bicicleta de esas, la tomó y como nadie le hacía caso, montó en ella y salió por una ventana volando alegremente.
Afuera, tomó un buen trago de un sabroso calorcito regalado por un hermoso Sol que brillaba cercano. Voló durante un gran rato, hasta llegar a un lugar con muchas nubes y relámpagos. Se dio cuenta de que los relámpagos eran como caminitos que llevaban a La Tierra, sólo que duraban muy poco tiempo encendidos, de manera que si quería regresar, tendría que hacerlo por uno de ellos y rápido. Tomó vuelo y cuando un relámpago apareció, condujo la bicicleta sobre él y comenzó a bajar en forma vertiginosa, de pronto el relámpago se apagó y Jubilius se vio en el espacio sin apoyo alguno. ¡En plena caída libre! Gritó asustado, en la caída perdió la bicicleta y continuó cayendo sin remedio.
Con los ojos cerrados por el miedo, no advirtió que se aproximaba a una enorme red en la que fue atrapado; dicha red estaba formada por palabras y música. Luego de abrir los ojos y escuchar con atención, JUbilius se dio cuenta que se encontraba en la red de ondas de radio, pues identificó varios anuncios comerciales y canciones que conocía muy bien. Ahora sólo tenía que esperar un poco para llegar a casa.
Se montó en un anuncio de galletas y esperó unos minutos, al cabo de los cuales el anuncio en que viajaba, bajó volando hasta el radio de su hogar. Jubilius salió por la bocina del aparato junto con el anuncio comercial y se encontró nuevamente en su sillón favorito, feliz por la aventura vivida.
A.R. año 2005
Unos simpáticos seres, vestidos con ropas de papel blanco, metían las notas musicales, luego de clasificarlas, en unos discos que tenían guardados dentro de un acordeón pintado con muchos colores.
Jubilius notó que al fondo del salón había un piano, se acercó a él y levantó su tapa, adentro encontró una bicicleta pintada de azul con manubrios dorados, lo que indicaba, según el manual de los cuentos, que servía para volar.
Jubilius se puso feliz, pues siempre había deseado volar en una bicicleta de esas, la tomó y como nadie le hacía caso, montó en ella y salió por una ventana volando alegremente.
Afuera, tomó un buen trago de un sabroso calorcito regalado por un hermoso Sol que brillaba cercano. Voló durante un gran rato, hasta llegar a un lugar con muchas nubes y relámpagos. Se dio cuenta de que los relámpagos eran como caminitos que llevaban a La Tierra, sólo que duraban muy poco tiempo encendidos, de manera que si quería regresar, tendría que hacerlo por uno de ellos y rápido. Tomó vuelo y cuando un relámpago apareció, condujo la bicicleta sobre él y comenzó a bajar en forma vertiginosa, de pronto el relámpago se apagó y Jubilius se vio en el espacio sin apoyo alguno. ¡En plena caída libre! Gritó asustado, en la caída perdió la bicicleta y continuó cayendo sin remedio.
Con los ojos cerrados por el miedo, no advirtió que se aproximaba a una enorme red en la que fue atrapado; dicha red estaba formada por palabras y música. Luego de abrir los ojos y escuchar con atención, JUbilius se dio cuenta que se encontraba en la red de ondas de radio, pues identificó varios anuncios comerciales y canciones que conocía muy bien. Ahora sólo tenía que esperar un poco para llegar a casa.
Se montó en un anuncio de galletas y esperó unos minutos, al cabo de los cuales el anuncio en que viajaba, bajó volando hasta el radio de su hogar. Jubilius salió por la bocina del aparato junto con el anuncio comercial y se encontró nuevamente en su sillón favorito, feliz por la aventura vivida.
A.R. año 2005
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