Friday, August 20, 2010

MEDITACIÓN SOBRE EL BAILE

Alguna vez te has preguntado, lector, ¿Por que bailamos? En todos y cada uno de los países existentes se baila, con distinta música pero todos bailamos. El origen del baile puede ser de carácter religioso o festivo y, aunque actualmente bailamos por motivos artísticos, religiosos, gimnásticos o puramente lúdicos, en su inicio histórico, o más bien prehistórico, ¿Qué motivó a nuestros antepasados a bailar? Si pensamos que sin música no habría baile, ya avanzamos un paso hacia su origen: ¡La música! Porque puede haber música sin baile pero no a la inversa. Ahora, para poder bailar hace falta por lo menos un tambor, o dos palos golpeando uno contra otro, o batir palmas con cierta cadencia. Eso es... ¡El ritmo! El ritmo puede haber surgido del canto de algún pájaro, del ruido de una cascada (cubriendo y descubriendo las orejas con las manos), de una gotera, de nuestro corazón. Sobre todo después de correr perseguido por una fiera y, al ponerse a salvo, escondido y en silencio, escuchar el latido del corazón con la felicidad propia del caso. Esto podría indicar la alegría que contiene la música y el ritmo vibrante, señal de vida. ¿Bailamos para agradecer que vivimos? ¿Para demostrar que estamos vivos? El movimiento indica vida; y si nos movemos con ritmo demostramos equilibrio, equilibrio emocional, equilibrio físico, equilibrio anímico. Ahora, al hacerlo con una pareja, mostramos identificación con ella, y al hacerlo en grupo mostramos amistad, solidaridad, unión. Al seguir varias parejas el mismo ritmo de una canción, disfrutar su letra juntos e incluso cantarla al unísono, mostramos un poquito de locura o enajenación que, afortunadamente termina junto con la pieza bailada. Si no ocurre así hay que preocuparse.
Pero volviendo a la pregunta inicial ¿Por qué bailamos? ¿Cuál sería entonces la respuesta? ¿Sólo por seguir la música? No, porque en ocasiones sentimos la necesidad de bailar y producimos música para hacerlo, no es la música la que invita a bailar en este caso, sino que la llamamos por que sentimos ganas de baile.
Tengo una versión muy especial acerca del origen del baile, si me prometen no burlarse se las contaré. ¿Prometido? Bien, la historia es la siguiente: Antes de que aprendiéramos a explicarnos el porqué de las cosas, simplemente las hacíamos y, en una ocasión, un hombre notó que al caminar podía hacerlo más lento o más rápido o combinar las dos formas y le resultó divertido, incluso podía incorporar pequeños saltos a su caminata tan especial que así resultaba mejor aun. A partir de esa ocasión decidió caminar siempre así, combinando paso lento, paso rápido y salto. La gente lo miraba primero con curiosidad, luego con burla y luego con lástima, pues pensaban que su mente no andaba muy bien que digamos; sin embargo lo toleraban. Hasta que un día, en su loco caminar, fue a rebotar contra el alcalde del pueblo que caminaba en sentido contrario a él, tirándolo y de paso estropeando su traje y sus lentes. ESto fue más que suficiente para que fuera a dar al encierro carcelario sin más ni más. Pero cuando esto sucedió, la cárcel se encontraba en plena remodelación y al no contar con alguna celda disponible para encerrarlo, lo metieron en un pequeño clóset destinado en un tiempo a gaudar los utensilios de limpieza y ahora habilitado como celda. El pobre hombre en ese tan pequeño espacio, al que le habían adaptado una pequeña reja que ocupaba toda una de sus cuatro paredes, no podía caminar como ya era una afición en él y trató de hacerlo como su lugar destinado se lo permitiera, de esta manera daba un paso lento, un paso rápido un saltito, giraba y lo repetía. A los guardias el mirarlo hacer lo mismo tantas veces, les pareció divertido y lo imitaron agregando algún movimiento de su cosecha para hacer más variado este juego. Luego alguno de ellos comenzó a llevar el ritmo con el manojo de llaves que portaba y otro golpeando la reja con su lampara de mano y aquello terminó en una fiesta.
Cuando Bail, que así se llamaba el iniciador de esto, cumplió su condena, ya los guardias habían perfeccionado este ejercicio al que llamaron "baile" en honor a su creador y, que alpoco tiempo se hizo muy popular.
Aquí termina el relato y al presentarlo cumplo una promesa que le hice a mi pequeño hijo. Él tiene diez años y en su escuela asiste a un Taller de Creación Literaria. Este cuento del baile está basado en un trabajo que realizó en el taller y me hizo prometer que lo publicaría aquí. He cumplido, hijo.

A.R. agosto de 2010

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